Como comentamos en el post anterior, la decisión de cómo vamos a almacenar el hidrógeno es vital para garantizar el mejor rendimiento de un proyecto. Disponer de un almacenamiento de hidrógeno más eficiente facilita la inclusión y aceptación de este combustible en la sociedad. De esta manera, junto con la generación de hidrógeno mediante fuentes renovables (hidrógeno verde) se dará un paso adelante hacia la descarbonización y por consiguiente, hacia la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Es evidente que la introducción del hidrógeno en el sistema energético no puede suceder de manera total e inmediata, ya que existen todavía importantes barreras económicas, tecnológicas e institucionales que superar. Una de estas barreras tecnológicas en las que se trabaja en los últimos tiempos es en mejorar el almacenamiento mediante líquidos orgánicos portadores de hidrógeno (Liquid Organic Hydrogen Carrier, LOHC). Es importante destacar que, aunque su empleo como almacenamiento de hidrógeno se ha comenzado a investigar en los últimos tiempos, las reacciones químicas en las que interviene el hidrógeno han sido utilizadas con éxito en la industria durante décadas, por ejemplo, para la modificación de aceites vegetales, grasas o derivados del petróleo.
Una reacción de hidrogenación consiste en la adición de hidrógeno a otro compuesto. En general, la misma tiene lugar de manera reversible, lo que significa que es posible obtener el reactivo inicial liberando el gas incorporado mediante la reacción inversa, llamada deshidrogenación (Figura 1). Además, durante el proceso se produce una compensación de la energía. La reacción de hidrogenación es una reacción exotérmica, mientras que la deshidrogenación es endotérmica. Esto implica que la energía liberada en la primera es igual a la energía que es necesario aportar para que tenga lugar la segunda, obteniéndose idealmente un requerimiento energético neto igual a cero
Existen multitud de compuestos orgánicos que pueden ser sometidos a este par de reacciones inversas. Sin embargo, el control de las variables del proceso modificará velocidades, tiempo, eficiencia y rendimiento, por lo que su adecuada elección será un factor determinante en el éxito del desarrollo.
El prometedor futuro de esta tecnología radica en sus características de almacenamiento, en fase líquida y en condiciones de temperatura y presión ambiente, favoreciendo una mejor aceptación por parte del usuario final, ya acostumbrado a combustibles en este formato.