El almacenamiento de hidrógeno de manera eficiente puede considerarse una de las debilidades del modelo energético del hidrógeno, debido en gran parte a la baja densidad de este elemento, siendo de vital importancia encontrar una solución eficaz, sostenible y no contaminante.
Además de la importancia en la eficiencia del almacenaje, se debe poner de relieve la opinión pública acerca de la confianza del hidrógeno. En cualquier conversación sale a colación la gran pregunta, ¿es seguro su almacenamiento?
El hidrógeno se encuentra en estado gaseoso a temperatura ambiente, por lo que generalmente es almacenado en ese mismo estado empleando altas presiones (200 -700 bar). Esto ocasiona la necesidad de utilizar contenedores especialmente construidos para este fin. Tanto la compresión del gas, como el contenedor utilizado representan un elevado coste de funcionamiento.
Por otra parte, el almacenamiento de hidrógeno en estado líquido permite aumentar la capacidad del mismo en aproximadamente un 70% con respecto a la que se realiza en estado gaseoso, pero conlleva un elevado gasto energético para mantener las bajas temperaturas necesarias (cercanas al cero absoluto) y el empleo de recipientes capaces de minimizar las pérdidas por evaporación. La licuación del hidrógeno para su almacenamiento es, en general, una alternativa económicamente viable solamente cuando se trabaja a gran escala (requerimientos próximos a los 500 kg de H2/día), y existe una proximidad entre la planta de licuación, la de almacenamiento y su punto de utilización.
Otra opción de almacenamiento consiste en emplear compuestos en estado sólido utilizando una unión física del hidrógeno a la superficie del material, (metodología llamada fisisorción). Esto permite realizar infinitos ciclos de adsorción-desorción sin que el soporte sólido pierda sus características y sin contaminación del hidrógeno. Sin embargo, los compuestos utilizados deben ser altamente porosos, por lo que el volumen resultante será elevado, generando un problema adicional relacionado con el espacio requerido, que tendrá impacto directo en el coste y en la gestión del dimensionamiento de los equipos energéticos.
Por último, uno de los campos que mayor interés están generando en los últimos tiempos para el almacenaje de hidrógeno, es el aprovechamiento de las reacciones de hidrogenación, las cuales consisten en la adición de hidrógeno a otro compuesto, más conocido como líquidos orgánicos portadores de hidrógeno (LOHC, por las siglas en inglés Liquid Organic Hydrogen Carriers”. Durante décadas, estas reacciones químicas en las que interviene el hidrógeno han sido utilizadas con éxito en la industria, por ejemplo, para la modificación de aceites vegetales, grasas o derivados del petróleo.
Según el proceso y la escala en la que nos encontremos trabajando, puede ser de mayor interés una metodología de almacenaje u otra. Sin embargo, algunas de estas tecnologías son nuevas en su uso industrial, por lo que, con el objetivo de crear una mayor seguridad y confianza en torno al hidrógeno, es fundamental la investigación y la realización de prototipos de las diferentes alternativas de almacenaje, en diferentes procesos y escalas, que aporten conocimiento en cuanto a la idoneidad y la seguridad de cada una de ellas.